Historia basada en hechos reales
<<Ave Chema, los que van a morir te saludan>>.
¿Sientes que alguien ha marcado tu vida apostando que lograrías algo incluso más que tú? O quizás al contrario, ¿te has preguntado alguna vez qué persona serías si alguien hubiera creido en ti en algún momento determinado?.
Pido que tomes esta historia como una parábola que versa sobre héroes sin capa. Hay muchos Chemas repartidos por el mundo y se pueden poner ejemplos relativos a muchísimos campos distintos. Tú lo tendrás en tu trabajo, o quizás en algún aspecto de tu vida personal.
«Los Chemas» son gente a la que no le asusta ponerse retos. Saben que a base de mucho trabajo, pasión, renuncias personales y creer en lo que hacen pueden alcanzar sus metas. Son gente que ve algo en ti que muchas veces ni siquiera tú sabes que existe. Y lo transmiten de tal manera que te lo crees. Te hacen ver que tú también puedes lograrlo. Y no sólo eso, sino que están dispuestos a ir de la mano contigo por ese camino de espinas y dejarte en la meta. Puede que lo hagan incluso sin querer. Son así y les sale sin pensar que lo están haciendo.
Empiezo con la transcripción de un audio (que me perdone el protagonista pero necesito compartirlo con vosotros para que los que no le conocéis podáis situaros en lo que os cuento):
«Muy buenas Payán, qué tal estás crack, que hacía muchísimo que no hablábamos. Pues sí hombre, a veces los sueños se cumplen, pero se cumplen por trabajo, se cumplen porque uno tiene una idea, una identidad, es perseverante, es constante, lo sacrifica todo…».
«Llevo 12 años Payán, tú me has seguido bien. 4 en Guijuelo, 3 en Alba, donde además asumí la presidencia del club, 1 en Zamora, 4 en Benavente…y siempre con ganas de aprender, siempre con ganas de mejorar, siempre con humildad, siempre con ganas de seguir evolucionando, siempre aprendiendo de todo el mundo y siempre, tú lo sabes bien, viviéndolo con mucha pasión porque no entiendo otra manera de vivirlo».
«Así que vamos a por ellos, sin ningún tipo de complejos, valientes. No tenemos ninguna presión. Para nosotros ya conseguir la permanencia en lo que ha sido la segunda división más dura de la historia con 5 descensos y una igualdad que ha habido brutal. Sólo conseguir la permanencia ya era una gesta, que somos el segundo presupuesto más bajo de la categoría, pero ahora estamos donde estamos y estamos a 40 minutos o a 46 de hacer algo muy muy grande.»
«Me alegro mucho de que me hayas escrito, que habíamos perdido un poco el contacto y no habíamos vuelto a escribirnos».
«Cuando acabe todo esto si estás por Salamanca nos vemos y cenamos juntos».
Aprovecho estas líneas para aceptar gustosamente la invitación 🙂
A «mi Chema particular» yo personalmente le debo haber jugado en Guijuelo. Sé que muchos piensan que fue Javi el que me convenció para hacer aquella pretemporada, y técnicamente así fue, pero antes de todo eso fue Chema el que me metió el gusanillo: primero en Asafusa y más adelante queriendo reclutarme para su causa.
Por contaros la historia completa, hace ya algunos años un servidor viajaba camino de Pamplona por trabajo cuando recibió una llamada inesperada. El teléfono rezaba «Chema Míster». Lo cogí pensando que se había equivocado y me encontré con algo que me hizo muchísima ilusión. «Tienes que vivir esto Payán». «Te mereces jugar en tercera, tienes nivel y estoy seguro de que encajarás muy bien en el grupo». «Yo cojo las riendas del Albense pero Javi se queda en el Alhambra y me gustaría que tú te incorporaras». «De verdad, tienes que vivirlo. Te lo mereces».
Dije que no. Lo pensé muy mucho pero no me vi capacitado para compaginarlo con el trabajo, que por aquél entonces ocupaba casi toda mi vida. Así que dije que no con todo el dolor de mi corazón. El caso es que meses después, vueltas que da la vida, fue Javi el que sí consiguió liarme para entrar en el equipo y, aunque no fuera cómo él lo había planeado, en realidad Chema cumplió su objetivo. Como siempre.
Yo contaba ya más de 30 palos, pero creyó en mi, como ha creído después en tantos y tantos jugadores para sus diferentes proyectos. Me hizo sentir especial. Hizo que quisiera ponerme a prueba y me dijo que estaría a mi lado para recorrer el camino. Luego mi Chema futsalero pasó a llamarse Javi. Porque claro, yo llegaba de otro tipo de ritmo y al principio estaba por debajo de mis compañeros. Me convenció para que me diera tiempo y perseverara, insistió en que pronto me pondría al nivel. A Javi le debo otros mil momentos y el haber jugado a un nivel que ni soñaba cuando llegué (seguro que entra algún excompañero a decir que era un paquete pero es mi historia y la cuento como quiero). A Javi le debo que me siga queriendo pese a la jugada de cuernos. En fin, que me despisto. De lo que estoy seguro es de que si preguntamos uno por uno a los que han pasado por las manos de ambos, muchos relatarán una historia parecida a la mía.
Los Chemas merecen todo lo bueno que les pase. Trabajan su suerte cada minuto y ayudan a los demás a generar la suya propia. Tal y como relata en su audio, son ejemplos de trabajo, tesón e ilusión. Alcanzar la gloria en ciertas profesiones (o ciertos hobbies) requiere de pisar mucho barro. Significa entrenar en según qué condiciones, renunciar a muchas cosas, tragar viajes infinitos (de esos que se hacen en la lujosidad del autobús y son de ida y vuelta sin hacer noche). Supone buscar patrocinadores para que tu sueño sea sostenible. Implica irte a Zamora sabiendo que no vas a cobrar para demostrar que puedes meter a ese equipo arriba. Significa, en fin, crear tu propio camino y creer mucho en lo que haces. Hay que ser muy valiente para hacer todo esto. Por eso hoy quería dedicarle estas líneas y devolverle en parte lo que él (incluso probablemente sin saberlo) me ha dado.
Claro que, como empezaba relatando, hay muchas personas con esa perseverancia y no tienen por qué estar ligadas al deporte. Viene a mi mente un ejemplo que tengo muy cercano de cómo funciona el mundo de la literatura y cómo los escritores tienen que abrirse camino a base de sangre, sudor y lágrimas. También hay mucho barro. Mucho viaje y mucha apuesta personal. «Los Chemas» de ese mundo podrían ser los editores, o todos los que apuestan por acudir a presentaciones y apoyar de esa manera el trabajo que hay detrás, que es mucho. O los que te dan una palmadita en la espalda cuando lo necesitas. A veces ese simple gesto puede significarlo todo. Hay mil ejemplos y seguro que cada uno de vosotros tenéis vuestro Chema particular.
Yo quiero dar las gracias al mío por el ejemplo que constituye y por cómo entiende la vida. Gracias por hacerme ver que valía para cotas más altas. Gracias por invitarme (y por hacerlo varias veces pese a mis negativas) a probarlo. Gracias por pensar en mi para aquella Selección de Asafusa (pena de esguince de rodilla y no poder devolverte desde la pista tu cariño). Gracias por ser cómplice de que terminase jugando en Guijuelo y disfrutara aquellos maravillosos años y conociera a personas que a día de hoy mantengo como amigos. Gracias por creer en mi. Porque, a veces, que alguien te diga que vales es el único camino para conseguirlo.
A veces los sueños se cumplen, Chema. Deseo que el tuyo se haga realidad este sábado en Antequera y, si no es así, aquí tendrás un Chema dispuesto a seguirte acompañando hasta conseguirlo.