AVE, CHEMA

Historia basada en hechos reales

<<Ave Chema, los que van a morir te saludan>>.

¿Sientes que alguien ha marcado tu vida apostando que lograrías algo incluso más que tú? O quizás al contrario, ¿te has preguntado alguna vez qué persona serías si alguien hubiera creido en ti en algún momento determinado?.

Pido que tomes esta historia como una parábola que versa sobre héroes sin capa. Hay muchos Chemas repartidos por el mundo y se pueden poner ejemplos relativos a muchísimos campos distintos. Tú lo tendrás en tu trabajo, o quizás en algún aspecto de tu vida personal.

«Los Chemas» son gente a la que no le asusta ponerse retos. Saben que a base de mucho trabajo, pasión, renuncias personales y creer en lo que hacen pueden alcanzar sus metas. Son gente que ve algo en ti que muchas veces ni siquiera tú sabes que existe. Y lo transmiten de tal manera que te lo crees. Te hacen ver que tú también puedes lograrlo. Y no sólo eso, sino que están dispuestos a ir de la mano contigo por ese camino de espinas y dejarte en la meta. Puede que lo hagan incluso sin querer. Son así y les sale sin pensar que lo están haciendo.

Empiezo con la transcripción de un audio (que me perdone el protagonista pero necesito compartirlo con vosotros para que los que no le conocéis podáis situaros en lo que os cuento):

«Muy buenas Payán, qué tal estás crack, que hacía muchísimo que no hablábamos. Pues sí hombre, a veces los sueños se cumplen, pero se cumplen por trabajo, se cumplen porque uno tiene una idea, una identidad, es perseverante, es constante, lo sacrifica todo…».

«Llevo 12 años Payán, tú me has seguido bien. 4 en Guijuelo, 3 en Alba, donde además asumí la presidencia del club, 1 en Zamora, 4 en Benavente…y siempre con ganas de aprender, siempre con ganas de mejorar, siempre con humildad, siempre con ganas de seguir evolucionando, siempre aprendiendo de todo el mundo y siempre, tú lo sabes bien, viviéndolo con mucha pasión porque no entiendo otra manera de vivirlo».

«Así que vamos a por ellos, sin ningún tipo de complejos, valientes. No tenemos ninguna presión. Para nosotros ya conseguir la permanencia en lo que ha sido la segunda división más dura de la historia con 5 descensos y una igualdad que ha habido brutal. Sólo conseguir la permanencia ya era una gesta, que somos el segundo presupuesto más bajo de la categoría, pero ahora estamos donde estamos y estamos a 40 minutos o a 46 de hacer algo muy muy grande.»

«Me alegro mucho de que me hayas escrito, que habíamos perdido un poco el contacto y no habíamos vuelto a escribirnos».

«Cuando acabe todo esto si estás por Salamanca nos vemos y cenamos juntos».

Aprovecho estas líneas para aceptar gustosamente la invitación 🙂

A «mi Chema particular» yo personalmente le debo haber jugado en Guijuelo. Sé que muchos piensan que fue Javi el que me convenció para hacer aquella pretemporada, y técnicamente así fue, pero antes de todo eso fue Chema el que me metió el gusanillo: primero en Asafusa y más adelante queriendo reclutarme para su causa.

Por contaros la historia completa, hace ya algunos años un servidor viajaba camino de Pamplona por trabajo cuando recibió una llamada inesperada. El teléfono rezaba «Chema Míster». Lo cogí pensando que se había equivocado y me encontré con algo que me hizo muchísima ilusión. «Tienes que vivir esto Payán». «Te mereces jugar en tercera, tienes nivel y estoy seguro de que encajarás muy bien en el grupo». «Yo cojo las riendas del Albense pero Javi se queda en el Alhambra y me gustaría que tú te incorporaras». «De verdad, tienes que vivirlo. Te lo mereces».

Dije que no. Lo pensé muy mucho pero no me vi capacitado para compaginarlo con el trabajo, que por aquél entonces ocupaba casi toda mi vida. Así que dije que no con todo el dolor de mi corazón. El caso es que meses después, vueltas que da la vida, fue Javi el que sí consiguió liarme para entrar en el equipo y, aunque no fuera cómo él lo había planeado, en realidad Chema cumplió su objetivo. Como siempre.

Yo contaba ya más de 30 palos, pero creyó en mi, como ha creído después en tantos y tantos jugadores para sus diferentes proyectos. Me hizo sentir especial. Hizo que quisiera ponerme a prueba y me dijo que estaría a mi lado para recorrer el camino. Luego mi Chema futsalero pasó a llamarse Javi. Porque claro, yo llegaba de otro tipo de ritmo y al principio estaba por debajo de mis compañeros. Me convenció para que me diera tiempo y perseverara, insistió en que pronto me pondría al nivel. A Javi le debo otros mil momentos y el haber jugado a un nivel que ni soñaba cuando llegué (seguro que entra algún excompañero a decir que era un paquete pero es mi historia y la cuento como quiero). A Javi le debo que me siga queriendo pese a la jugada de cuernos. En fin, que me despisto. De lo que estoy seguro es de que si preguntamos uno por uno a los que han pasado por las manos de ambos, muchos relatarán una historia parecida a la mía.

Los Chemas merecen todo lo bueno que les pase. Trabajan su suerte cada minuto y ayudan a los demás a generar la suya propia. Tal y como relata en su audio, son ejemplos de trabajo, tesón e ilusión. Alcanzar la gloria en ciertas profesiones (o ciertos hobbies) requiere de pisar mucho barro. Significa entrenar en según qué condiciones, renunciar a muchas cosas, tragar viajes infinitos (de esos que se hacen en la lujosidad del autobús y son de ida y vuelta sin hacer noche). Supone buscar patrocinadores para que tu sueño sea sostenible. Implica irte a Zamora sabiendo que no vas a cobrar para demostrar que puedes meter a ese equipo arriba. Significa, en fin, crear tu propio camino y creer mucho en lo que haces. Hay que ser muy valiente para hacer todo esto. Por eso hoy quería dedicarle estas líneas y devolverle en parte lo que él (incluso probablemente sin saberlo) me ha dado.

Claro que, como empezaba relatando, hay muchas personas con esa perseverancia y no tienen por qué estar ligadas al deporte. Viene a mi mente un ejemplo que tengo muy cercano de cómo funciona el mundo de la literatura y cómo los escritores tienen que abrirse camino a base de sangre, sudor y lágrimas. También hay mucho barro. Mucho viaje y mucha apuesta personal. «Los Chemas» de ese mundo podrían ser los editores, o todos los que apuestan por acudir a presentaciones y apoyar de esa manera el trabajo que hay detrás, que es mucho. O los que te dan una palmadita en la espalda cuando lo necesitas. A veces ese simple gesto puede significarlo todo. Hay mil ejemplos y seguro que cada uno de vosotros tenéis vuestro Chema particular.

Yo quiero dar las gracias al mío por el ejemplo que constituye y por cómo entiende la vida. Gracias por hacerme ver que valía para cotas más altas. Gracias por invitarme (y por hacerlo varias veces pese a mis negativas) a probarlo. Gracias por pensar en mi para aquella Selección de Asafusa (pena de esguince de rodilla y no poder devolverte desde la pista tu cariño). Gracias por ser cómplice de que terminase jugando en Guijuelo y disfrutara aquellos maravillosos años y conociera a personas que a día de hoy mantengo como amigos. Gracias por creer en mi. Porque, a veces, que alguien te diga que vales es el único camino para conseguirlo.

A veces los sueños se cumplen, Chema. Deseo que el tuyo se haga realidad este sábado en Antequera y, si no es así, aquí tendrás un Chema dispuesto a seguirte acompañando hasta conseguirlo.

Tócala otra vez, Rafa.

«No es sólo tenis».

A mis padres, para que no crucen al lado de la raya de los faltos de fe.

Joder Rafa. Otra vez. Otra santa vez, y van…

Voy a charlar contigo tras tu pase a semifinales porque me niego a guardarme las palabras a la espera de ver si ganas. No es justo. Nos tienes tan mal acostumbrados que, claro, ahora parece que lo tienes fácil con Zverev y el ganador del otro lado del cuadro en el horizonte. Pero no, no es justo, por más que lo hayas hecho tantísimas veces (12+1 diría un zamorano ilustre como Ángel Nieto).

Tú yo sabemos que hay a quien le cuesta seguir creyendo que vas a volver. Son tantas resurrecciones que parece imposible. «Esta vez ya no puede». Pero vuelves. El consuelo para los faltos de fe es que cada partido que lo consigues están un intento más cerca de tener razón.

Yo les entiendo. Es normal. Llegan jóvenes que derrochan energía, salen nuevas figuras y tu físico a veces es el que es. Así que dudan. Sueltan comentarios del tipo: «Ya no puede» o «sólo espero que no le pegue una paliza» . Se olvidan de tu inicio de año, el mejor de tu carrera, y se quedan con que hace un par de semanas apenas podías caminar. Se olvidan de que tienes lo que el caballo de Espartero en cuanto a tamaño y que compites como un titán. Se olvidan de que el viernes es tu cumpleaños y tienes la sana costumbre de celebrarlo en París. Olvidan que si algo eres es un tipo de rituales. Que se lo digan a tus botellas de agua, al mechón que apartas en cada saque o a la goma de tu pantalón.

Olvidan, amigo, porque lo nuevo siempre despierta más expectación, pero les perdonamos porque luego se dejan las manos aplaudiéndote y vitorean cada regreso.

Sabes que yo intento mantenerme del lado de la raya de los que creen que siempre te queda un truco más. Ayer, sin ir más lejos, le dije a mi padre que sólo pedía que pudieras jugar al menos a un 60% de tus posibilidades porque si era así nos íbamos a divertir. Nada más ver cómo empezaste supe que me había quedado corto en porcentaje y me quedé embobado trasnochando contigo en París. Sufrí. Sufrí mucho porque hubo fases en las que estaba de que no. ¡Cómo la pegaba Djokovic!. Pero…joder Rafa. Lo hiciste otra vez. Otra santa vez, y van…

«No es sólo tenis»

Cojo prestado el eslogan futsalero para describir lo que nos haces sentir. No es tenis. No es sólo tenis. Es batallar por cada pulgada, como decía Al Pacino en Un Domingo Cualquiera. Es leyenda construida a base de tenacidad. Es coraje, es emoción, es una cabeza prodigiosa y un talento brutal que muchas veces pasa inadvertido. Porque, no nos engañemos, no estarías donde estás sin talento. Ayer los que otrora osaron llamarte pasabolas pasaron por el confesionario para purgar sus pecados.

Es por todas las cosas que aglutinas que ayer trasnochamos contigo. Porque no es sólo tenis. Y, aunque lo fuera, queremos acompañarte hasta el último partido que decidas jugar. ¿Viste cómo te animaba la Phillipe Chatrier? Quieren que vuelvas a reinar. Te llevaban en volandas contra tu némesis, ese serbio que tanto nos ha hecho penar algunas veces, pero contra el que tantas batallas épicas llevas libradas. Iban contigo. Te estaban diciendo lo mismo que yo al empezar: ¡Tócala otra vez, Rafa!


Bonustrack: discurso de Al Pacino en Un Domingo Cualquiera
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¿Los «adjetivos» femeninos son cool como nombre de bar?

Malamoda.

Si todo el mundo piensa igual es que alguien no está pensando.

Lianta, Flaca, Maliciosa,

Mamona, Tuerta, La Mimada,

Menuda, Chica, Malamadre,

Huesuda, Coja, Malcriada.

Con otras letras. Malparida.

La semana pasada estuve en la feria del libro y lo mismo me he venido un poco arriba con la intro del artículo. Puedo aceptar que hay 3 títulos que son cosecha propia, pero también puedo afirmar que, de seguir la tendencia, terminarán por existir. El léxico no es tan amplio y los adjetivos tarde o temprano se acaban. La pregunta (y su consiguiente reflexión) es por qué resulta moderno llamar a un pub con un adjetivo calificativo femenino con ciertas connotaciones.

La respuesta probablemente sea tan simple como estúpida. Se le ocurrió al primero, le copió el segundo (early adopter), y luego la tendencia llegó a la mayoría. Sucede así con casi todo. Pero ¿en serio son nombres que merece la pena copiar?.

Juguemos a inventar una historia que podría pasarle a cualquiera:

Llegas a una agencia cool de Madrid (lo de Madrid es por darle emoción y que os imaginéis un lugar gigante decorado rollo vintage con su chester y sus cuadros retro) a hacer un proyectazo de un local que te va a costar un riñón -y parte del otro si te ven cara de panoli- y te plantan el famoso «naming» en un presupuesto que tú, claro, aceptas. Naming suena de cojones.

Te autoconvences: saben más que tú y han puesto en marcha no sé cuántos miles de negocios exitosos de los que te han hablado largo y tendido en la reunión. ¿Qué podría salir mal?.

El caso es que aceptas y se lo cuentas a todo el mundo porque, claro, es parte del proceso. Hay que presumir. «Voy a montar un garito que vais a flipar» . Lo voy a petar. El proyecto me lo está desarrollando una agencia de branding supercool. Te pongo en cursisva las palabras cursis (de ahí cursisva) que vas a utilizar.

Llega el día de la presentación y esperas una propuesta inolvidable, un logo potente y un nombre a la altura de tu proyecto. Te engalanas. Hay que presumir. La agencia previamente habrá hecho su trabajo de investigación de mercados, tendencias, colores, etc. Lo que los ingleses llaman benchmarking, que para los no duchos en la materia es lo que en voz castiza llamamos copiar. Miras lo que está funcionando y coges una idea de aquí y otra de allá. Ya se sabe que robar una idea a una persona es plagiar, pero robársela a muchas es investigar.

Decía, pues, que aparecen en la mesa de reuniones con su look desenfadado, sus gafitas redondas, su estilo moderno y su Mac, el Mac que no falte. Te ofrecen café, o té, o algún refresco healthy (palabra que pronuncian con la nasalidad que sólo alcanzan los elegidos) mientras crean expectación y de paso te dan un poquito de jabón para potenciar eso que se llama experiencia de cliente. Te preguntan si haces batch cooking y pones tu mejor cara de póker para fingir que sabes de lo que te están hablando.

Total, que cuando ya llevas una hora de reloj en las oficinas, por fin se activa la fastuosa pantalla instalada y aparece ante ti Malamoda Gastrobar. Hay que ponerle un apellido de enjundia que justifique los 4 pavos de la cerveza maltirada. Es en ese instante cuando te das cuenta: dinero malgastado y agencia maldecida. Ya lo decía tu madre: hijo, no te des a la malavida.

Quito el modo ironía y os planteo la pregunta del millón. ¿De verdad no hay nombres mejores que un adjetivo descalificativo para un negocio? Y acoto un poco más. Puestos a que lo sea, ¿tiene que ser femenino?.

Pues eso.

¿Cuidas tus expectativas?

“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes,
en ambos casos tienes razón

Henry Ford

Ha llovido desde que, allá por 2009, escribí sobre expectativas ligadas al deporte. En aquél entonces el 100% del contenido del blog era deportivo pero de vez en cuando hasta caía alguna reflexión. Os dejo link al artículo para los que queráis repasar lo que pensaba entonces sobre lo que suponen las expectativas.

Tiendo a escribir sobre lo que me ocurre asociado a los pensamientos derivados de ello, y he vuelto a toparme de bruces con las expectativas queriendo ser protagonistas de una de mis historias. Dejo algunas frases que luego me vendrán bien:

Las expectativas están formadas mediante suposiciones acerca de lo que creemos que tendría que ser, desarrolladas en base a lo que nos han enseñado y hemos aprendido.

«Es inevitable tener expectativas acerca de algo o de alguien«

Intentamos adaptarnos a lo que se supone que debemos de hacer. La intención -consciente o inconsciente- es no quedar aislados y excluidos.

En realidad no ha cambiado en demasía mi posición sobre ello. Sigo pensando que las expectativas condicionan -y mucho- la realidad que se forma a nuestros ojos, y que en base a ellas determinamos qué es el éxito y dónde está la línea que marca el fracaso. Lo hacemos, muchas de las veces, sin ser capaces de abstraernos y coger una perspectiva suficiente como para que el análisis sea certero. Como diría el refranero, «a veces los árboles impiden ver que detrás hay un bosque».

Servidor pone casi siempre el ejemplo de la Universidad. ¿De verdad la expectativa de todos los padres debe ser que sus hijos tengan una carrera? Probablemente no, pero a ver quién es el guapo que le explica a ese padre que el futuro de su hijo puede ser igual o mejor si se decanta por una FP. Supone realizar un esfuerzo mental al que muchos padres no están dispuestos: aceptar que su hijo tiene una opción mejor que seguir el camino marcado. O, visto al revés, interiorizar que, pese a que probablemente haya dado una educación maravillosa a su hijo, su mejor alternativa no es la de ir a la Universidad. Hasta ahí todo bien, pero, ¿de quién era realmente la expectativa de que el chiquillo llegase a ser universitario?. Ejem.

Hay mil ejemplos, pero todos se resumen en lo mismo: nos enseñan que hay un camino hacia el éxito y son pocos los que nos hablan de las miles de ramificaciones que llevan al fracaso. Tampoco nos cuentan que, a veces, puede ser nuestra propia mente la que convierta en fracaso lo que a ojos de otros es todo un logro. Probablemente yo fuese de los mejores de mi equipo de balonmano cuando tenía edad juvenil. Muchos de ellos han llegado a jugar en ASOBAL, mientras que yo me decidí por el fútbol sala. ¿Me convierte eso en un fracasado?. Sinceramente no lo creo. Estoy muy contento con lo conseguido y me alegro infinitamente por mis ex compañeros, que han podido disfrutar de esa categoría.

Tengo casi 40 años y no estoy casado. No tengo hijos. Podría tener mucho más dinero y seguramente debería haber fo*…(eso) más en la Universidad. Es lo que se encarga la sociedad de decirme todos los días. Debería estar en la miseria, y sin embargo me siento un privilegiado por todas y cada una de las personas que me rodean (que me rodeáis, que estoy hablando con vosotros).

Es por ello que a mi me gusta hablar de expectativa, esa palabra abstracta con el mágico poder de marcar la línea entre el bien y el mal de un color diferente a ojos de cada persona. ¿Nunca os ha pasado discutir sobre el color de un jersey con alguien de vuestro entorno? A ver si os suena de algo: «Es azul». «¿Me estás vacilando? Está claro que es verde». «Azul». «Verde». «Azul». «Verde». Y así hasta fabricar un bucle infinito con tal de llevar la razón.

Si con algo tan normativo como los colores nuestras mentes no se ponen de acuerdo, imaginaos lo que puede lograr con las metas de cada persona dentro de una sociedad.

¿Qué es el éxito?

La RAE nos dice que es el resultado, en especial feliz, de una empresa o acción emprendida, o de un suceso. Si seguimos tirando de la cuerda, ¿qué se considera feliz? ¿somos todos felices con las mismas cosas? ¿está de alguna manera la felicidad relacionada con las expectativas?. Seguramente convengamos en que sí, con lo que controlar nuestras expectativas puede allanar el camino a la felicidad. ¿Significa ello que debamos vivir sin expectativas o rebajarlas? Rotundamente no, puesto que la motivación por alcanzar metas es lo que nos mueve a diario.

Seguramente estarás pensando: vale Alberto, ahora deshaz el entuerto que llevas una parrafada y sigo como al principio. Pues siento desilusionarte. Si tu expectativa era que con este artículo ibas a arreglar todas tus dudas existenciales, seguramente te equivocabas. Si lo que necesitabas era pensar, entonces sí que es posible que al terminar de leer puedas replantearte algunas cosas y el artículo te resulte hasta interesante.

Tampoco es cuestión de que te vayas de vacío después de leer estas líneas, así que te diré que lo que sí ayuda es hacer el ejercicio de alinear tus expectativas con tu realidad, y en base a eso tomar decisiones.

Piensa en lo que a ti te hace feliz. Piensa qué es lo que tú realmente quieres alcanzar, lo que valoras en los demás y lo que puede hacerte mejor persona. Ve a por ello.

Piensa también en lo que no quieres perder y agárralo con fuerza. No lo sueltes.

Marca tu propio camino. Hazlo GPS en mano, puesto que lo que aparecerá no es una línea recta, y más vale que tengas la habilidad de recalcular ruta, puesto que vas a tener que aprender a convivir con sorpresas y accidentes todos los días.

Primero determina si lo que estás pensando es alcanzable y, si lo es, póntelo como meta y desglósala en cuantos pasos necesites dar para ir cubriendo el camino.

Cuando lo tengas, aparecerá ante ti un puente colgante con un montón de tablas. A tus ojos, posiblemente el puente esté en ruinas, las tablas carcomidas y un huracán lo esté balanceando sin cesar. Seguramente el primer paso lo des acogotado, por decirlo finamente. Pondrás un pie rezando que no se desmorone todavía. Luego otro, con el mismo pensamiento. Luego otro. Y otro. Y otro más. Así hasta que de pronto cogerás seguridad y empezarás a recorrer el camino con mucha más alegría y la mente fija en la meta. Llegarás porque es tu meta y no la de nadie más.

Ahora disfruta del camino. Hazlo con cuidado, ya que cederán tablas a tu paso y tendrás que buscar soluciones. Pero disfruta. Y sonríe; sonríe mucho. Que la vida son dos días, y esta expectativa sí que se cumple siempre.

Que ser valiente no salga tan caro

Vuelvo al blog por una causa que nada tiene que ver esta vez con el deporte y que necesito compartir con vosotros. Durante las últimas fechas se han sucedido acontecimientos que me llevan a preguntarme qué clase de sociedad somos.

Digo esto porque, con motivo de sucesos que no vienen al caso, he escuchado comentarios que me hacen reflexionar. He argumentado con personas que tengo por inteligentes (y a las que respeto enormemente) y les he visto justificar lo injustificable. Frases como «el primer año conviene aceptar lo que venga» o «es mejor llegar con un perfil bajo» no son sino aceptar que el sistema es, sin perdón de la expresión, una basura. Aceptar ese mantra como válido equivale a culpar al que busca lo que en realidad debería ser lo justo, pero que deja de serlo porque hay que respetar el chiringuito que hay montado. Y me niego.

Aún recuerdo mi primer entrenamiento con la Selección de Fútbol Sala de la Universidad. Llegaba yo por recomendación de Vicente, compañero del Colegio Mayor. Allí estaba gente que jugaba en Nacional A, Nacional B, todos conocidos en el panorama futsalero de Salamanca. Muchos de ellos compartían vestuario. Eran, en definitiva, de lo mejorcito que había. Recuerdo los nervios que un servidor tenía ante semejante responsabilidad. Vicente me parecía un fenómeno y los piques en las pachangas no eran sino mi señal de respeto hacia él. Siempre quería defenderle y ponérselo un poco más difícil que el día anterior. En esa época era competitivo hasta en pistas de cemento en las que el mínimo roce terminaba con jirones en la piel.

Que me considerara como para meterme en ese redil fue para mi un orgullo, y tenía que intentar estar a la altura. El cosquilleo ese de… «¿y si no doy el nivel?».

Tenía que ir a por todas. Por él, por mi, y por todos mis compañeros, muchos de ellos con nivel de sobra para estar en mi misma posición.

Allá que llegó Alberto y, en una jugada, hizo un par de fintas, tumbó al portero, amagó otra vez, y se metió con la pelota en la portería. Uno volvía hacia su campo con la sonrisilla del que acaba de decir «aquí estoy». Pero no.

Recuerdo como si fuera ahora mismo a Vicente acercarse y recomendarme que no hiciera eso el primer día. Una recomendación que viene al caso que nos ocupa. Mejor tapadito y ya si eso cuando no seas un ente extraño demuestras si eres bueno o no. No descubras tus cartas y dejes mal a nadie no vaya a ser que no te dejen encajar.

Es un ejemplo estúpido de hace casi 20 años con el que trato de trasladaros lo que me parece una pena: que gente brillante tenga que medir sus capacidades para no destacar en exceso y enseñar una cara «cool» para que el rebaño de borregos no lo detecte. Ahora no hablo de mi, sino de personas especiales que nos rodean y a las que tenemos en cierto modo acobardadas. Se encuentran entre nosotros pero no las vemos porque nuestra visión periférica hace tiempo que se perdió. Vamos como los burros, sin poder mirar hacia costados maravillosos en los que estas personitas hacen su magia.

Hay que tener una personalidad arrolladora para querer destacar en esta sociedad con lo fácil que nos ponen el estar resguardaditos siendo mediocres. Hay que tener bemoles para defender lo justo y pelear por ello aun a sabiendas que es un camino lleno de espinas.

Inevitablemente viene a mi recuerdo mi abuela con su célebre «virgencita, virgencita, que me quede como estoy».

¿Quién no sabe de alguien que tiene dificultades por salirse de la norma y tener inquietudes? Se les tacha de problemáticos o frikies porque es más fácil eso que aceptar la mediocridad en la que estamos instalados nosotros. Cómodamente, eso sí. Con toneladas de mullidita mierda por todas partes con la que hemos aprendido a convivir. Y que no nos lo digan, que nos soliviantamos y sacamos toda la artillería. Les acorralamos y les hundimos como matones de instituto. Para eso somos más.

Dejadme que os diga algo. A mi me ha pasado y os aseguro que la felicidad es mucho mayor cuando abres tu mente de par en par, cambias tu paradigma y descubres que hay un mundo ahí fuera esperando a ser descubierto. Lo conozco gracias a una persona maravillosa. Sí, tú.

Cuando te conocí tuve la misma sensación que cuando mi amigo Vicente me llevó a la selección. ¿Recuerdas? Sí. El cosquilleo ese de… «¿y si no doy el nivel?». Porque la realidad es que acojona ver que has estado sobreviviendo desperdiciando gran parte de tu propia capacidad. Acojona descubrir inquietudes que no sabías que tenías por no haberles dado una oportunidad. Acojona pelear por lo justo porque es más fácil dejar las cosas correr.

Acojona, y mucho, plantearte hacer las cosas bien cada día. Acojona porque es más fácil hacerlas regular y molestas a menos gente.

Sirva esta reflexión como una invitación a todos a que no os quedéis en las medianías. Sea lo que sea que os gusta, sed los mejores en ello. Sed mejores amigos, mejores padres, mejores madres, mejores personas. Sed vuestras mejores versiones y rodeaos de aquellos que consigan sacar ese lado maravilloso que hay en cada uno.

Seamos valientes, coño.

Consigamos entre todos ese canto sabinero: «Que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena».

Alberto.

EL REINO DEL SINSENTIDO

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Entiendo que comenzar un artículo con «¿pero qué cojones?» no es lo más recomendable para fomentar la lectura, pero creo que no hay muchas más formas de empezar tras la confirmación de la marcha de Alonso al Bayern de Munich. ¿Pero qué cojones te pasa Florentino?.

Somos muchos los madridistas que envidiábamos la paz deportiva que se vive en otros equipos, más acostumbrados a una estabilidad y a reforzar dos o tres posiciones cada año en busca de la mejora. El Real Madrid es todo menos un ejemplo de normalidad, desde luego. Capaz de fagocitar a todo y a todos, esta vez el Real Madrid se ha fagocitado a sí mismo.

Campeón de Europa 12 años después, el Real Madrid había encontrado la fórmula y la ha seguido buscando. Este artículo de Valdano es de hace unos días, cuando ni se podía sospechar que Alonso acompañara a Di María y Diego López en la rampa de salida del transatlántico merengue.

El caso de Diego López es tan singular que ni siquiera perderé el tiempo en analizarlo. Económicamente es una catástrofe que Diego esté en Milán y se haya pagado 10 millones de euros por un portero suplente. Una catástrofe solo al alcance de Florentino Pérez.

Los casos de Di María y Alonso dan para más. Di María fue, quizás, el jugador clave en todos los éxitos de la temporada pasada. Fracasada la intentona de hacerle suplente con la llegada de Bale, Isco e Illarra, el argentino reconvirtió su rol y pasó de buen jugador a ser la clave de bóveda de la décima orejona. De extremo vertical, desequilibrante y desesperante, pasó a esforzado interior, guardián de Cristiano y virus indescifrable para las defensas rivales. Ojo a lo que voy a decir: en TODOS los partidos importantes del curso pasado, el mejor del Real Madrid fue Di María.

Xabi Alonso está en declive. La evidencia de su edad está ahí, la edad de Cristo asomada tras la esquina. La llegada de Kroos y los focos sobre el alemán -por dos partidos, cuidado- han terminado con Alonso haciendo las maletas rumbo al Bayern. Xabi Alonso había renovado hacía nada, lo que lleva a pensar que algo ha ocurrido que aún no sabemos. Se va seducido por Guardiola y obviando que Ancelotti lo mimaba como a nadie. ¿Por qué?

Florentino ha borrado de un plumazo dos terceras partes del centro del campo campeón. Para suplirlas llegan James (¿?) y Kroos, y el tiempo, como siempre, dará y quitará razones. Hay diarios partidistas que llevan dos días moliendo a palos a Di María. He llegado a leer que, tras Robinho, es la mejor venta del Real Madrid. Permítanme que me ria. James tendrá la labor imposible de hacer olvidar al fideo. No lo conozco lo suficiente, pero tengo la ligera sensación de que le va a quedar enorme la camiseta y que va a terminar jugando otro en su puesto. ¿Pueden 80 millones de euros calentar banquillo? Veremos…

Si alguna casa de apuestas deja apostar a que el Madrid incorpora un futbolista en lo que queda de mercado, servidor apostaría a que sí. Florentino no va a dejar así las cosas, necesita su cuota de pantalla.

LA ESPAÑA VENCIBLE

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España quedó fuera ayer del Mundial de Brasil. Lo hizo con el estrépito de quien cae desde la mayor altura que ningún combinado nacional hubiese alcanzado jamás. España era la perfección y dormía cama a cama con la gloria. España era invencible.

Desde ayer ya no lo es. O, más bien, desde que el viernes pasado el combinado `oranje´ sembrara tantas dudas en nuestro equipo como para borrar de un plumazo años y años de manual es estilo. España entró en el descanso de su partido contra Holanda siendo una, y salió siendo la sombra de su propia sombra. Irreconocible y apática, nuestra selección fue apagándose como lo hace los cuerpos viejos a los que ya solo el alma conecta con este mundo. Todos mirábamos el televisor atónitos, esperando un pase filtrado de INIESTA, un conejo saliendo de la chistera de Silva, o una arrancada gloriosa de Diego Costa. Nada de eso compareció tras el descanso de Holanda. 135 minutos de tortura que jamás de los jamases borrarán más de 2190 días de la más plena felicidad futbolera. 6 años de éxitos, de tiki-taca, de romper defensas y maravillar al mundo. 6 años de victorias y más victorias. De ganar, y ganar, y volver a ganar. De sembrar una impotencia fuera cual fuera el rival digna de todo análisis y estudio. 6 años de admiración del mundo que no se nos olvidarán jamás.

Suele decirse que las victorias tienen muchos padres, y que solo hay uno en la derrota. Este no será el caso. Según a quién preguntes, su criterio disparará sin perdón a una u otra cabeza de turco. Te hablará de la edad de Xavi, Xabi y Casillas. Te dirá que Del Bosque no dio pie con bola. Gritará el nombre de Iniesta en vano. Reclamará galones para Koke. Y, por qué no, clamará al cielo por los que no han ido.

Todo argumento es válido, y posiblemente todos tengan su cuota de razón para, combinados, dar con la receta de lo que ha pasado en Brasil a una selección que -recordémoslo- un año antes saliera como finalista de la Confederaciones derrotando a Uruguay y, sobre todo, a la Italia que tanto suena hoy.

No seré yo quien critique a Del Bosque. Yo hubiera hecho lo mismo. Igual que haría lo mismo si fuese seleccionador de baloncesto y tuviera la duda de si Navarro está o no en óptimas condiciones. Ante la duda, recurriría al soldado que ha demostrado su valía en miles de campos de batalla, en miles de horas de servicio a una causa que tanta alegría ha dado. España juega en Septiembre el mundial de baloncesto en casa. ¿Sabéis quién va? La generación de oro. Un día fallarán, y no debemos lamentar que hayan ido ellos, sino que se nos acaba otra generación irrepetible.

Puede que Vicente Del Bosque haya pecado de eso, llevando a demasiada vaca sagrada. Pero solo él ha entrenado a ese grupo y por tanto sólo él está en condición de saberlo. Yo, como digo, hubiera hecho una selección muy parecida.

Tampoco seré yo quien diga que algunos están acabados. Un mal año no es sinónimo de ello, por más que así nos lo quieran vender. ¿Cuántos futbolistas están a un nivel increible a los 34 años? ¿Habéis visto a Pirlo?

Dicho todo esto, quiero dejar también un mensaje a los que están vetando todo tipo de crítica a la selección. Cierto es que nos han dado 6 años de alegrías, pero también que se les ha reconocido más que a nadie. Hay que saber aceptar la crítica, siempre que ésta sea fundada y constructiva. Por poner un ejemplo, si yo voy a comprar naranjas a una frutería que siempre me las da buenísimas, pero un día me las vende podridas, lo normal es que vuelva y le diga al vendedor «oiga señor, esta vez se ha equivocado usted». Eso no quiere decir que vaya a dejar de comprar en esa tienda, puesto que sé que su fruta es estupenda. Siguiendo con la comparativa, criticar los fallos de Casillas no es ser menos español, sino decirle a Iker «oiga señor, esta vez se ha equivocado usted», para después seguir a su lado parada tras parada.

Acabo la reflexión como la empecé. Alabando a un equipo que ha sido maravilloso, con sus virtudes y sus defectos, y recordándole a la diosa fortuna que tras este mundial tenemos el bonus en positivo. En estos torneos la suerte juega un papel muy decisivo y, por qué no decirlo, la hemos tenido toda en contra.

EL TEATRO DE LOS SUEÑOS

Hace años que el Real Madrid sueña. Lo hace, como no, con la décima copa de su competición preferida, esa Champions League que antaño llevara un nombre más castizo. La Champions, para algunos, será siempre la vieja Copa de Europa, seguramente los mismos que piensan aún en pesetas a la hora de hacer un desembolso de más de 6 euros.

Hoy, decía, sueña el Real Madrid. Lo hace en un escenario que ha presenciado algunos de los mejores partidos de la historia del balompié. Un campo con olor a fútbol grande, olor ese que los petrodólares aún no pueden comprar. Old Trafford es sinónimo de grandeza, de equipo inglés, de presión de una grada en la que Los Red Devils tienen su guarida.

Uno, que es mayor para conocer ciertas cosas pero jóven para muchas otras, creció con el Manchester de Cole, Cantoná y compañía. ¡Qué coño! Giggs era esa compañía. El extremo galés sigue en activo dando un auténtico ejemplo de lo que un deportista de élite puede conseguir si se cuida. Giggs, veloz puñal en otra época, ha sabido compensar la inevitable pérdida de velocidad con veteranía, centrando su posición y convirtiéndose, incluso, en pivote en el centro del campo. Grande Ryan.

El partido será cerrado, que nadie se engañe. Al Madrid le sirve un gol y al Manchester ninguno, por lo que los excesos quedarán para otras ocasiones salvo que el duende del fútbol nos regale un tanto en los primeros compases. Ahí sí, la locura sobrevolaría el césped y se desatarían rayos y centellas entre dos equipos hechos a golpe de martillo. La seda pasará de puntillas esta noche en el viejo Old Trafford. Özil será el exponente máximo de la caricia frente al músculo que se concentrará a su alrededor, donde cuerpos de élite (Valencia, Rooney, Ronaldo,  Van Persie) se fajarán de lo lindo en un choque eléctrico. Saltarán chispas.

¿Favorito? Para mi el Manchester, por aquello de que juega en casa, por mucho que el estado de gracia de Ronaldo (balón de oro 2013 sin discusión por el momento). Ya sabéis lo que suele pasar con los arbitrajes en la Champions, por lo que el Madrid necesitará de un partido casi perfecto para pasar de ronda. Fútbol tiene, ¡desde luego!

Regate de Redondo y gol de Raúl

MOURINHO TIENE MUCHO TRABAJO (Y MUCHO MORRO, DICEN)

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Mourinho no fue a la gala del balón de oro. Para qué, debió pensar, si no le iban a dar el premio a mejor entrenador y, además, un jugador del eterno rival del equipo que dirige era favorito para llevarse el galardón a mejor jugador por delante del buque insignia de su equipo, y compatriota, para más señas.

Pues no, yo a eso no voy, que lo va a ganar Del Bosque, y además va a estar Guardiola, debió pensar el bueno de Mou. Y no fue. Y lo anunció antes, por si acaso alguno dudaba de que no quedar primero no era lo que más le gustaba del mundo. Y se quedó tan pancho. «Tengo mucho trabajo». Lo curioso del caso es que Mourinho, en el rato que duró la entrega del dorado y adorado trofeo, estaba viendo entrenar a su hijo, y las portadas de los diarios más prestigiosos del mundo (las deportivas, se entiende, que las otras están copadas por las malas noticias irremediablemente desde hace años) se lanzaron a proclamar que Mourinho había mentido, que de trabajo nada, y que estaba tocandose las bolas en vez de adorar al mesías y sus cuatro bolas de oro.

Esos señores decidieron por cuenta y riesgo valorar que ver entrenar a su hijo no supone un trabajo para Mourinho, error en el que yo no pienso caer, pues no lo conozco y no soy quien para valorar si para el luso supone un esfuerzo mayúsculo estar en la banda contemplando las evoluciones de su descendencia. Tampoco sé si su descendencia tiene la menor idea de dar patadas a un balón, por lo que no puedo saber si para Mou consiste en un trabajo moldear una nueva estrella del balompié, de las de su gusto, del corte de Motta o Essién.

El caso es que Mourinho, que tiene al Madrid a 16 puntos del líder de la liga, que tiene una relación curiosa con el capitán de su equipo, que no fue a la gala del balón de oro, y que tiene un partido mañana, decidió que aparecer en rueda de prensa no era lo que más le apetecía. Joder, es que los periodistas españoles preguntan, y seguro que el de las gafitas ese al que recomendé sin éxito que me citara sus fuentes me dice que por qué no fui a aplaudir a Messi. Este pensamiento en cursiva es tan solo una conjetura de lo que debió pensar Mou minutos antes de la bomba de humo secundada por Karanka y rota tan solo por un pobre mandado que accedió a dar la cara para decir, con otras palabras supongo, que ya salía. El que salió, 5 minutos más tarde y según las escrituras (del AS) fue Xabi Alonso, que dijo que Mourinho y Casillas tienen una relación basada en el respeto. En el respeto a las discusiones, añado yo, sin que la base científica sea la que predomina en dicho añadido.

La moraleja del cuento, por si no os habéis enterado, y aún en modo ironía ON, es ¿quién son los periodistas para decidir qué es y qué no es trabajo para Mourinho?

LOS ENTRENADORES Y EL REAL MADRID

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Ayer me entró la curiosidad. Me dije a mi mismo: «joder, el camión este va a cumplir tres temporadas en el banquillo de mi equipo habiendo ganado una liga y una copa».

Es verdad que me puse en el peor de los casos, que pasa por considerar que el Madrid no va a ganar la Liga esta temporada (¿?) y que la Champions no tendrá, de momento, un diez veces campeón. No tiene pinta, por mucho que el Madrid tenga argumentos de sobra para ganarla si la suerte se da un paseo por Chamartín.

El caso es que, cuando pasan estas cosas, en nuestro entorno de amigos tenemos la sana costumbre de abrir la Wikipedia. Lo hacemos para todo. «Joder, el camión este de Palop cuantos años tiene, ¿50?» Abrimos la Wikipedia. «¿Quién va a fichar a Villa si tiene treitaytantos años? Abrimos la Wikipedia.

Pues eso hice, abrir la Wikipedia para encontrarme con una asombrosa noticia: el Madrid no mantiene a su entrenador tres temporadas seguidas desde hace más de 20 años salvo en dos casos: Del Bosque y Mourinho.

Entrenadores del Madrid en los últimos 20 años

Entrenadores del Madrid en los últimos 20 años

Si tenemos un poco de capacidad de análisis vemos algunas cosas. El Madrid es de los clubes más inestables del mundo, puesto que pocos entrenadores repiten en temporadas consecutivas. Y lo es porque, hasta ahora, a nadie se lo había permitido el lujo de continuar en el banquillo tras no ganar, cosa que se está haciendo con Mourinho. Que sí, que ganó una Copa el primer año. Muy bien. Capello ganó la liga (dos veces) y le enseñaron la puerta. Heynckes ganó la Champions y le enseñaron la puerta. Y no digamos Del Bosque.

Ah, y el otro detalle divertido es ver que el entrenador con mejor porcentaje de victorias, por delante de Mourinho, es un buen tipo como Pellegrini.